El secreto de uno de los
mejores sistemas educativos del mundo
Laura Plitt BBC
Mundo
Jueves,
13 de junio de 2013
Los niños en
Finlandia empiezan la escuela a los 7 años, mucho más tarde que en la mayoría
de los países del mundo.
No son los
que más invierten en educación (menos del 7% del PIB), ni los que imponen la
mayor carga horaria a los niños en las escuelas (608 horas lectivas en primaria
en comparación con 875 de España, por ejemplo).
Tampoco se
inclinan por dar cantidades excesivas de tarea para la casa; y, a la hora de
evaluar formalmente el éxito del proceso de aprendizaje, un par de exámenes
nacionales cuando los jóvenes dejan la escuela, a los 18 años, les basta.
Contenido relacionado
- Por qué los bebés de Finlandia duermen en cajas de cartón
- Argentina, un imán para los estudiantes universitarios
- ¿Por qué es tan cara la universidad en Chile?
Entonces,
¿cómo es posible que los alumnos finlandeses siempre ocupen los primeros
puestos en las listas internacionales que evalúan los niveles educativos?
En el
informe más reciente de PISA -siglas en inglés del Programa Internacional para
la Evaluación de Estudiantes de la OCDE (Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos)- de 2009, Finlandia ocupa el puesto número dos en
ciencia, el número tres en lectura y el número seis en matemáticas.
Esta
evaluación se realiza cada tres años (los resultados de los exámenes de 2012 se
publicarán en diciembre de 2013). En 2006, por ejemplo, Finlandia se estableció
en los primeros dos puestos en las tres áreas.
Mientras en
América Latina las protestas estudiantiles -más recientemente las de Chile y
Colombia- ocurren con frecuencia, Finlandia parece haber encontrado un modelo
-de educación gratuita de principio a fin y donde las escuelas privadas casi no
existen- que tiene a los maestros y a los estudiantes contentos por igual.
El orgullo de ser maestro
La educación a grandes rasgos
- Idea básica: igualdad de oportunidades.
- Los niños empiezan la escuela a los 7 años.
- Casi todas las escuelas son públicas (el número de escuelas privadas es ínfimo).
- Toda la educación es gratuita (desde el preescolar hasta la universidad)
- La comida y los materiales de estudio también son gratuitos.
- Durante los primeros seis años de primaria es el mismo maestro para casi todas las asignaturas.
- Jornada escolar: de 8.30 - 9 a 15 hs., con media hora de almuerzo.
- Exámenes nacionales cuando los alumnos tienen 18 años
- Promedio de alumnos por clase: 23.
- Clases mixtas (mujeres y varones, y diferentes grados de capacidad).
- Maestros debe tener una maestría para ejercer la docencia.
Son muchos
los factores que hacen que la educación en Finlandia sea una de las mejores del
mundo, pero uno de los temas clave, según varios expertos consultados por BBC
Mundo, es la calidad de los profesores.
"El
profesorado tiene un nivel de formación extraordinaria, con una selección
previa tan exigente que no se compara con ninguna otra en el mundo", le
explica a BBC Mundo Xavier Melgarejo, un psicólogo y psicopedagogo español que
empezó a estudiar el sistema educativo en Finlandia hace más de una década.
"Sólo
entra en las facultades de educación gente con notas por encima de nueve, nueve
y medio sobre diez. Son muy exigentes. Se les hacen pruebas de lectura,
sensibilidad artística, de dominio de algún instrumento, de comunicación...
Como resultado, las universidades sólo reclutan a un 10% de los estudiantes que
se presentan.
Y para
ejercer la docencia todos los maestros necesitan hacer una maestría.
La
contraparte de esta exigencia es el reconocimiento. No necesariamente en
términos económicos, ya que los sueldos de los educadores no presentan grandes
diferencias con el resto de Europa (según la Organización para la Cooperación y
el Desarrollo Económico, OCDE, el salario básico de una maestro de primaria es
de entre US$29.000 y US$39.000 anuales), sino sociales.
"Los
maestros son considerados profesionales académicos y tienen la responsabilidad
de desarrollar su trabajo, por eso no se ejerce sobre ellos un control
excesivo", le explica a BBC Mundo Anita Lehikoinen, Secretaria Permanente
del Ministerio de Educación y Cultura de Finlandia.
"Aquí
no es como en otros sitios, no tenemos tantas normas", dice Hilkka-Roosa
Nurmi, profesora de idiomas.
"Esta
profesión atrae a tanta gente porque ser maestro es un honor en Finlandia.
Probablemente sea la profesión más valorada", acota Melgarejo.
"Yo no
soñaba con ser profesora, pero ahora me dedico a esta profesión y me gusta
mucho", explica Hilkka-Roosa Nurmi, una profesora de español e inglés que
tiene experiencia como docente de estas lenguas en su país y en España.
"Aquí
no es como en otros sitios, no tenemos tantas normas. Podemos elegir cómo
enseñamos. Tenemos más libertad. Pero esto significa también más
responsabilidad", dice.
Tú vales lo que sabes
Gasto público en educación, total (% del PIB)
- Finlandia: 6,8%
- Suecia: 7,3%
- Dinamarca: 8,7%
- Argentina: 6%
- Cuba: 13,1%
- Chile: 4,2%
- México: 5,3%
- Estados Unidos: 5,4%
Fuente:
Banco Mundial 2009
Otra de las
razones por las que el sistema finlandés funciona es, en gran medida, porque la
escuela es sólo uno de los engranajes del proceso educativo. Las otras
variables de peso son la familia y la sociedad -de tradición luterana- donde
hay un elevado sentido de la responsabilidad y donde se valora a las personas
"por su formación y no por su situación socioeconómica", dice
Melgarejo.
Para darnos
una idea, "en la cultura luterana uno se salva cuando lee la Biblia, se
llega a Dios a través de la palabra escrita". Y aunque hoy día las
iglesias no estén muy llenas, el valor de aprender a leer y escribir ha quedado
profundamente arraigado en la cultura finlandesa, agrega Melgarejo.
En esto
coincide Lehikoinen: "la mayoría de los hogares están suscritos a uno o
varios periódicos y ésta es una tradición que luego se pasa a los niños",
señala.
El sentido
de la responsabilidad está arraigado en la cultura finlandesa.
Los medios
indirectamente también ayudan al aprendizaje de la lectura. "Todos los
programas de televisión en lengua original, la mayoría en inglés, están
subtitulados y eso impulsa a los niños a aprender a leer y a aumentar la
velocidad lectora", señala Melgarejo.
Pero también
los finlandeses apuestan por la educación porque saben que como país pequeño,
rodeado de vecinos poderosos como Rusia o Suecia y sin un arsenal de recursos
naturales a su disposición, la cultura -su dominio en el ámbito del
conocimiento- es lo que lo que les da la posibilidad de competir en una
economía global.
Y puertas
adentro, la excelencia en el nivel educativo se traduce "en un grado
importante de cohesión social, que les permite a los finlandeses sentir que son
parte de la sociedad, incluso en tiempos de crisis", explica Lehikoinen.
Lecciones para América Latina
"Cuando
planteamos grandes reformas educativas, por ejemplo, siempre involucramos a los
maestros y a los alumnos, no se trata de órdenes del gobierno que los
educadores tienen que acatar, son reformas que hemos preparado juntos"
Anita
Lehikoinen, Secretaria Permanente del Ministerio de Educación y Cultura de
Finlandia.
Cuando se
dieron a conocer los resultados de la primera evaluación PISA en el año 2000,
el gobierno se vio inundado de visitas de delegaciones extranjeras que acudían
a Finlandia para descubrir los secretos de la maravilla nórdica e
implementarlos en sus propios países.
Alemania por
ejemplo, azorada por sus resultados mediocres en la prueba, tomó nota del
programa finlandés e introdujo reformas en su sistema.
¿Pero qué
posibilidad tienen los países de América Latina, donde la educación pública
está lejos de ser un orgullo, donde el sueldo de los maestros no está a la
altura de sus responsabilidades y donde no existe un estado de bienestar como
en algunos países europeos, de implementar un sistema educativo como el de
Finlandia?
"No
puedes copiar y pegar el sistema entero", le dice a BBC Mundo Andreas
Schleicher, responsable de las evaluaciones PISA, "pero puedes ver cómo
los finlandeses saben quién es un buen maestro, cómo los reclutan, cómo les
asignan las clases o cómo se aseguran de que cada niño se beneficie de lo que
le enseñan".
A los niños
no se les da mucha tarea escolar para la casa.
Melgarejo
también cree que se pueden importar ciertos elementos, como mejorar la
selección de buenos maestros, fomentar las bibliotecas públicas -ampliamente
concurridas en Finlandia- y hacer que las familias contribuyan al proceso de escolarización.
Y quizá una
lección útil para América Latina sea aprender cómo Finlandia afronta los
cambios en el ámbito de la educación.
"Todo
se basa en la confianza mutua y en la construcción de un consenso. Cuando
planteamos grandes reformas educativas, por ejemplo, siempre involucramos a los
maestros y a los alumnos, no se trata de órdenes del gobierno que los
educadores tienen que acatar, son reformas que hemos preparado juntos",
afirma Lehikoinen.
Después esta
descripción de Lehikoinen, Melgarejo y Schleicher, uno podría tender a
imaginarse una clase en Finlandia como una situación idílica: un grupo de niños
obedientes escuchando embelesados una clase magistral que interrumpen de tanto
en tanto con una pregunta inteligente.
Nada más
lejos de la realidad. Los niños hacen las mismas travesuras que en cualquier
parte del mundo. Incluso, a veces, "cuando hacen las mediciones de
educación es una paradoja porque aunque les va muy bien, cuando les preguntan
si les gusta la escuela, siempre dicen que no. Quizá eso se deba al espíritu
independiente de nuestros niños", concluye Lehikoinen.
0 comentarios:
Publicar un comentario