lunes, 19 de marzo de 2018

Magic Leap, la fábrica de una nueva realidad

La empresa le apuesta a transformar radicalmente la manera como utilizamos los computadores.


La compañía promete que, una vez usted se ponga las gafas Magic Leap One (foto), no necesitará otro dispositivo para ver la televisión o los gráficos de una presentación.

Todo comenzó con una ballena. En un video de cuatro segundos, una sesión aparentemente normal en el gimnasio de una escuela de Estados Unidos se veía alterada por el salto de un cetáceo gigante que se elevaba 20 metros como si el suelo no fuera madera sino agua. Otro clip demostraba un videojuego en el que un ‘gamer’ combatía a los robots que invadían… su oficina. Ambos terminaban con un logo y un nombre que llegó a convertirse en el símbolo del mayor misterio del mundo ‘tech’: Magic Leap.


Durante años, Magic Leap prosperó en ese misterio y lo capitalizó. La firma recogió, en sucesivas rondas de inversión, más de 2.000 millones de dólares y llegó a avaluarse en 6.000 millones sin mostrar un solo producto. El gigante chino Alibaba, las productoras de Hollywood Legendary y Warner Bros., empresas tecnológicas como Qualcomm y Google y hasta J. P. Morgan Investment Management se mostraron no solo dispuestos a invertir, sino afanados de no quedarse por fuera. En su momento, ‘The Verge’ se preguntó: “¿Por qué sigue la gente dándole dinero a Magic Leap?”.

Hoy sabemos por qué. Aunque sus videos de ballenas no son reales, son la expresión de la tecnología que la compañía espera desarrollar y la definición de un plan para traer la experiencia virtual al mundo real.

No es una idea nueva: de las Google Glass a las Hololenses de Microsoft, pasando por Project Tango y hasta Pokémon Go, la mezcla de realidades es un concepto explorado. La diferencia es que Magic Leap lo hace no mediante la proyección de imágenes en una pantalla, sino mediante un sistema óptico revolucionario, una especie de chip transparente, que no solo proyecta las imágenes sino que las dota de profundidad. No se atreva a llamarlo “un lente”, dicen sus desarrolladores.Ni virtual ni aumentada

No es realidad virtual, porque usted sigue en el mundo real, ni es solo realidad aumentada, porque los objetos ‘están’ en su mundo cerebral. Es realidad mixta y va a cambiar al mundo, asegura Magic Leap.

¿Cómo? ¿Qué tal ‘matando’ para siempre conceptos como teléfono móvil, televisor, computador personal o tableta? 

Rony Abovitz, CEO de la compañía, explica su propuesta en términos apabullantemente simples. El cerebro humano –dice– tiene una manera de procesar las imágenes que recibe. Lo que las gafas de Magic Leap hacen es ‘clonar’ ese proceso para alimentar imágenes virtuales de manera que sean procesadas como reales. En todo caso, apunta, “nadie lo entiende hasta que lo experimenta”.

No estamos allí. Es posible que ni siquiera estemos cerca. Pero la promesa de Magic Leap es que una vez usted se ponga sus gafas no necesitará ningún otro dispositivo porque la realidad estará al servicio de lo que usted quiera hacer. ¿Desea ver un episodio de ‘Rick & Morty’? Solo pídalo y mire a la pared más conveniente. ¿Tiene que revisar las gráficas de su presentación de mañana? Bueno, ¿para qué una pantalla si pueden surgir en el aire frente a sus ojos? Básicamente, las escenas más ‘cool’ de ‘Iron Man’.


¿Desea ver un episodio de ‘Rick & Morty’? Solo pídalo y mire a la pared más conveniente

Por ahora, esa promesa está expresada en las gafas Magic Leap One. Aunque más grandes que unas gafas normales, no son visores voluminosos como las Oculus Rift. Piense en un artefacto medio ‘Star Trek’ y medio ‘steampunk’ que parece el primo fino de las Spectacles de Snapchat. Según se ha indicado, el Magic Leap One Creator Edition saldría a la venta este mismo año, en un kit que incluye un mando y un procesador que se lleva al cinto, como un discman de antaño. Las gafas en sí incorporan cuatro micrófonos y seis cámaras externas. Si se creen los reportes, su costo se acercaría a los 2.000 o 3.000 dólares.

Magic Leap no puso su sede en Silicon Valley, ni en otras ‘mecas’ como Nueva York o como Seattle. Su sede queda en Plantation, una ciudad de 80.000 habitantes en el sur de la Florida. Cuando los ejecutivos de Warner quieren visitar la firma en la que invierten, deben volar a Fort Lauderdale.

Pocos medios han entrado allí. ‘Forbes’ y ‘Wired’ lo lograron, con considerables restricciones. Baste decir que salieron impresionados. No muchos periodistas habrían resistido el impacto de hacer un tour guiado por R2-D2, de ‘Star Wars’.

Pero hasta el año pasado, nadie había visto las gafas y, de hecho, ni siquiera había certeza de que fueran unas gafas. Lo que sabemos hoy acerca de Magic Leap indica que, a la larga, el soporte es lo de menos. Algún día, usted ni siquiera pensará en dispositivos. Ellos, que tienen un nombre para todo, lo llaman computación contextual.

Porque Magic Leap no se enfoca en hacer gafas y ‘displays’. La visión de esta empresa, queda claro, es ser una fuerza disruptiva que sacuda la industria y afecte a cada línea y cada actividad en la que hoy esté involucrado un computador. Lejos de amenazar a Snapchat y a Google, podría ponerle una bomba al mercado de pantallas, de celulares, de dispositivos para vestir.

Por eso, porque la pantalla para consumirlo puede ser cualquier cosa y cualquier lugar, la apuesta más relevante es, en el largo plazo, el contenido. En ese afán la empresa ya ha adelantado convenios con estudios, grupos editoriales y, recientemente, la NBA. Este último, esperan, podría ser la puerta de entrada para que miles se aventuren en el mundo de la realidad mixta.


La pantalla para consumirlo puede ser cualquier cosa y cualquier lugar, la apuesta más relevante es, en el largo plazo, el contenido

El ejemplo del baloncesto profesional ilustra bastante bien las posibilidades de esta tecnología en la vida diaria. Quienes vean un partido podrán ver las jugadas en 2D y en 3D. La repetición instantánea sería así un universo de posibilidades. Es más, durante el juego, usted podría ver, con recursos de realidad aumentada, datos estadísticos de cada jugador o del desempeño del equipo en la temporada.

Pero las aplicaciones van más allá del entretenimiento. Imagine que el mecánico que repara su auto (o su avión, en realidad el ejemplo sirve para cualquier cosa) puede ver instrucciones y especificaciones sobre la pieza que manipula. Piense que el camino a su destino aparece ante sus ojos, no en un celular o un GPS. No hay que ir muy lejos para pensar lo que esto podría hacer por la educación, el periodismo, la investigación científica. Son posibilidades que solo aumentan cuando se integran a la ecuación las variables de los desarrollos en reconocimiento de voz, aprendizaje automático e inteligencia artificial.El futuro es móvil

Y en medio de todo, Magic Leap, que no solo podría fabricar los aparatos que permitan navegar esta nueva realidad (o licenciar la tecnología a otros fabricantes) sino que como piedra angular de ese ecosistema, tendría acceso a un vasto volumen de datos acerca de quién consume qué, dónde y cuándo.

Por eso el siguiente paso lógico es hacerse móvil. La firma se ha planteado 2018 como el plazo para lanzar una alianza con una operadora de telefonía móvil. De nuevo, el norte no serían los dispositivos ‘per se’, sino la generación de un ecosistema de usuarios que amplíe el consumo de contenidos y, de paso, abra las puertas a acuerdos que abaraten la tecnología. Imagine que en el futuro otros fabricantes incorporen procesadores Magic Leap en sus especificaciones, de la misma manera que hoy lo hacen con vidrio Gorilla Glass.

Pero por encima de todo, una alianza con un operador móvil como Verizon o AT&T significa que la ‘start-up’ más misteriosa del mundo sueña con un futuro en el que sus gafas sean tan omnipresentes como un teléfono celular inteligente de la actualidad. Puede que Magic Leap no pueda hacerlo sola, pero la apuesta es que nadie pueda hacerlo sin Magic Leap.

Puede que nada de lo dicho hasta ahora defina en realidad el avance que pretende ser Magic Leap, o resuelva la duda acerca de si estamos ante una revolución o ante una magistral maniobra de relaciones públicas. Pero si se cree la promesa y se acepta el concepto, podríamos estar presenciando el amanecer de una nueva manera de interactuar con el universo de información que hemos construido. 

Esa nueva manera no dependería de que usted oprima botones, porque respondería a su voz o a su mirada; no haría falta que lleve nada en el bolsillo y, en un futuro lejano, ni las gafas serían necesarias. Pese a ser la menos técnica de las descripciones, quizás la más apropiada sea la que dio Sam Miller, su jefe de ingeniería, cuando le preguntaron lo que hace su sistema óptico: “Es como soñar con los ojos abiertos”.

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